Valencia es una ciudad con unos encantos inigualables. En ocasiones, con una pretensión estilística buscada y refinada. En otras, como solución a las necesidades arquitectónicas. Tanto la primera como la segunda aportan estructuras de gran belleza (en ocasiones por sus dimensiones) que obligan a estar bien atentos y atentas cuando se realiza un paseo por la ciudad de esa luz tan característica.
Si en la anterior entrada de nuestro blog os hablamos de los puentes férreos que ayudan a unir orillas para superar el río Júcar, en esta seguimos con estas estructuras de hierro que fueron tendencia modernista y solución para nuevos retos arquitectónicos. Bajo dichos parámetros y con las soluciones que ofrecía el uso del hierro, nacieron maravillas del arte valenciano como el Mercado Central, el Mercado de Colón, la Finca de Hierro, los almacenes El Siglo Valenciano o la Estación del Norte ¿Os apetece un bocadito de cada uno?
Los mercados son centros de vida en la ciudad del Cap i Casal. El Mercado Central recibe cada año millones de visitas porque siempre aporta coloridas instantáneas sobre la vida mediterránea y aporta un vestigio del bullicioso comercio de frutas y verduras, pescado o carnes, todo de primera calidad. Se dice que es el principal mercado de productos frescos del mundo. Situado en la Plaza Ciudad de Brujas, es una de las obras maestras del modernismo valenciano, con sus más de ocho mil metros cuadrados que son protegidos por una vanguardista cúpula cuya armadura está edificada con hierro. Innovación y estilismo que se complementan con unos muros perimetrales provistos de zócalos cerámicos y mallorquinas metálicas que aportan tradición. Tras décadas de trabajo en su interior, se acometió la reforma férrea a principios del siglo XX, bajo las directrices profesionales de Francisco Guardia Vial y Alejandro Soler y March.
No muy lejos (si contamos con ganas de pasear) se sitúa el Mercado de Colón. Tomó forma también poco después de la remodelación del Mercado Central, allá por 1914 bajo la creatividad de Francisco Mora y con el paso del tiempo fue declarado Monumento Nacional. Cuenta, prácticamente, con la mitad de metros cuadrados que el Central y se situaba inicialmente en la antigua fábrica de gas del Marqués de Campo. Se restauró a principio del nuevo siglo pero mantiene la belleza del caparazón férreo, marca distintiva de la arquitectura del momento. Ambos mercados, tanto el Central como el de Colón, cuentan con detalles férreos que deben ser observados, tanto por lo que hacen a ventanales o puertas. Pinceladas que obligan a realizar una visita muy atentos.
Nuestra tercera para virtual se localiza en la Finca de Hierro, como es conocida popularmente en la ciudad. Su nombre oficial es el de Edificio Garcerán pero pocos en Valencia lo conocen por dicha acepción. La particular estructura ha modificado el nombre por el que es conocido en el ámbito social. Se halla en una de las calles más concurridas de la ciudad, Xàtiva, quizá una de las más comerciales por ser prolongación de Colón. Veintidós plantas hasta sus 85 metros de altura. Vicente Figuerola y Vicente Aliena le dieron forma a partir de 1954 y precisaron ocho años para finalizarlo, situándose como el edificio más alto de la ciudad durante cuarenta años. El progreso lo ha dejado ahora en la novena posición. El nombre procede de la majestuosa estructura de hierro que forma su esqueleto y que durante años estuvo al descubierto.
Cuenta también con columna vertebral férrea la Estación del Norte, donde se concentra buena parte del tráfico ferroviario de Valencia. El estilo modernista tomó forma allá por 1917 bajo los designios de Demetrio Ribes, bajo la contratación de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. Aunque hoy pueda parecer algo asiduo, la construcción supuso un reto mayúsculo, con la edificación de una cubierta magnánima con más de cuarenta metros de luz transversal que aportó un logro para la arquitectura de la época. De forma arqueada, permitió durante años que se expandiesen los densos humos de las locomotoras, respetándose en la actualidad por su belleza arquitectónica y su efectividad estructural.
Por último queremos hablaros de los grandes almacenes El Siglo Valenciano, fundados en 1879 y que podemos visitar ahora virtualmente en la Calle de la Paz, en el centro de Valencia. Sin embargo, siguen en pie y lo podéis frecuentar en el Centre Octubre de Cultura Contemporània de la Calle Sant Ferran, donde se ven algunos de los detalles históricos. En su momento, fue el paradigma de la aplicación de la revolución industrial al comercio, con el diseño de un centro de ventas moderno, completo y complejo, con unos ascensores que sorprendieron a los vecinos de la ciudad. Fue el primer almacén textil, permitiendo a los valencianos soñar con un mantón de Manila o una camisa de selecta seda. Nada en dichos almacenes se edificó de forma gratuita. Gran estructura metálica, con un precioso patio central y una claraboya que permitía la entrada de luz natural. Los almacenes El Siglo Valenciano suponían una experiencia inigualable, con compra posterior o sin ella.
Las posibilidades férreas aplicadas a diferentes áreas de la vida de los valencianos y las valencianas. El modernismo y sus soluciones. La Revolución Industrial y su punto de inflexión innegociable. Una ciudad que miró al futuro. Un futuro ayer que, hoy, aporta vestigios que son belleza y fuente de información.