La unión de pueblos. De forma tangible pero también metafórica. Un puente es todo una escenificación de intenciones. Combate la división, une culturas, permite el tránsito. Permítanme hablarles poéticamente. Un puente es conjunción de ideas, mezcolanza de civilizaciones. Pero permítanme, también, hablarles de forma práctica. Un puente es vida, el contacto comercial y la intersección de mundos, a veces distanciados, en ocasiones injustamente separados. Bien lo saben en la Ribera separada por el Xúquer, un río devastador, históricamente salvaje y desbordado. Pero también fuente de riqueza, cultural, artística y económica. Los pasos férreos que recorren la Ribera Alta y Baja cuentan ya con más de un centenar de años y se han convertido en actores ineludibles del paisaje local, comarcal, provincial e incluso mundial. El de Riola se trata del puente de hierro más antiguo, inaugurado el 17 de abril de 1900. Fue también el primero en reconstruirse, ya que la rehabilitación llevada a cabo en 1988 sustituyó toda su estructura original, de la cual, en la actualidad, sólo quedan las pilastras de apoyo. Le siguen el de Cullera, construido en el año 1905, y el de Fortaleny, de 1916. Y, aguas arriba, los de Alzira, Albalat y Gavarda, que datan de 1917.
¿Y si les digo que estos majestuosos puentes tienen relación con la Torre Eiffel de París? Situémonos. Primera mitad del siglo veinte. En marcha, la revolución industrial. Cambios que transformarán el mundo. También las mentalidades. También el arte. La tipología arquitectónica deja atrás la herencia romana tras siglos y siglos de tradición con sus arcos. El modernismo se impone y el hierro aporta el material que se hará hegemónico. La estructura férrea por excelencia se levanta dictatorial en París y se convierte en símbolo de una nueva época. También de una nueva visión del mundo. Líneas rectas y perfectas. Arcos tirantes. Solidez.
La práctica se expande fácilmente. Se convierte en testimonio, por entonces, del progreso. Hoy, de una época de brillantez y modernidad. El pasado vivo que aporta valor patrimonial, artístico e histórico. En la Ribera cada uno toma una forma determinada bajo un mismo guion. Cada uno, único. Cada uno, hermano del otro.
Estos puentes, cuatro de los cuales están integrados en la red de Carreteras de la Diputació de València, son uno de los bienes patrimoniales más importantes que posee la institución y se exhibieron en la exposición ‘Ponts de Ferro de la Ribera del Xúquer. 100 anys unint pobles’. Los puentes de Gavarda, Alzira y Albalat se inauguraron el mismo año, en 1917. El primero, en el interior de la provincia de Valencia, es el que recibe al río tras su paso por el Pantano de Tous, ese que atemorizó a la población en 1982 con una ruptura que ha quedado en la memoria colectiva. La pasarela gavardina fue diseñada por Enrique Tamarit y construida por la empresa Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona. Setenta metros imponentes. Hoy, conexión local y comarcal pero en su momento paso clave de la Nacional 340.
Unos veinte kilómetros más abajo por el cauce se halla el puente de hierro de Alzira, diseño de Enrique González en 1899 para ampliar y mejorar el puente de Sant Gregori. Durante décadas, entrada clave a una ciudad que en la actualidad ronda los 50.000 habitantes. A pesar de ser del mismo año, la estructura de Albalat de la Ribera es completamente distinta, ya que cuenta con dos tramos. Poco más de cuarenta metros. Dos direcciones. Y reforma en la década de los noventa para aportarle un hormigón que garantiza su futuro.
El agua continúa su camino al mar pero antes se visualizan tres puentes más. Siguiendo la dirección, llega Riola, el más antiguo. Visión comercial de Enrique Gonzalbo en 1988. Era el barquero pero tras la construcción empezó a cobrar por cruzar el puente y no por trasladar a los vecinos de una orilla a la otra. Su antigüedad obligó a una reforma prácticamente estructural en 1988. Por su parte, el puente de Fortaleny cuenta con el nombre de Alfonso XIII, inaugurado en 1916 tras los trabajos ingenieros de Arturo Monfort. Cuenta también con setenta metros de luz.
Antes de la desembocadura, el puente de Cullera despide las aguas del Júcar tras 497,5 kilómetros desde el Cerro de San Felipe, allá por Tragacete, en tierras de Cuenca. Une las dos orillas desde 1905 en el antiguo vial de la concurrida carretera a Alicante. Aceras integradas y sesenta metros de distancia en un puente elevado para poder facilitar el tránsito de embarcaciones por debajo.
En la ciudad de Valencia, los puentes siempre sirvieron para ampliar la ciudad, expandiéndose entre los poblados aledaños. Como los marítimos. En 1931 recogía la prensa la edificación de una vetusta pasarela de hierro que comunicó Nazaret. Se decía: “El nuevo puente de Astilleros sobre el río Turia, frente a Nazaret, fue inaugurado el 14 de noviembre. El puente está emplazado a 165 metros aguas abajo del antiguo puente de Hierro que para carros y peatones existe hoy frente a la calle Mayor del poblado de Nazaret. Su longitud es de 175 metros y su anchura de 25, además tiene dos grandes rampas de acceso, de 195 y 105 metros de longitud. Está formado por cinco tramos rectos, de hormigón armado, cada uno de 23 metros entre los ejes de las pilas, y cuatro tramos, también rectos, de 9,45 metros entre ejes de apoyo, separados de los anteriores por pilas estribos aligerados en su centro. Podrán marchar por el puente, a la vez, una fila de carros y dos de automóviles en cada dirección, y por el centro dos trenes o tranvías, aparte de las aceras. Estas van voladas sobre los parámetros y apoyadas en sus extremos en las pilas, y en el centro en una gran ménsula de piedra artificial. Ha habido muchas dificultades, dada la naturaleza fangosa del terreno, por lo que se ha cimentado sobre pilotes de hormigón armado clavados algunos a más de 12 metros de profundidad. El coste de la obra no ha superado el presupuesto aprobado, de 1.931.275,25 pesetas. Los autores del proyecto han sido los ingenieros Federico Membrillera y Luis Dicenta Vera, director facultativo”.
Texto completo en Las Provincias.
Particularidades comunes, características propias. Historia, arte y cultura. Puentes que son fuente de vida. Estructuras arquitectónicas congeladas en el tiempo y que hablan del progreso. El pretérito y el futuro.